Sostenibilidad empresarial: del cumplimiento a la estrategia
Sostenibilidad empresarial: del cumplimiento a la estrategia
Sostenibilidad empresarial: del cumplimiento a la estrategia.
Por: Margorieth Tejeira, Dir. Senior de Riesgos y Corporativo LLYC Panamá
Los modelos tradicionales de gestión empresarial están alcanzando sus límites. En un entorno global marcado por la incertidumbre, la presión regulatoria, el cambio climático y una ciudadanía cada vez más consciente, las decisiones corporativas no pueden seguir desconectadas de su impacto ambiental, social y de gobernanza, ASG.
Lo que antes era un «bueno tener», hoy es una necesidad estratégica. La sostenibilidad ha dejado de ser un ejercicio de filantropía o una página en los reportes anuales: es una cuestión de supervivencia empresarial.
La sostenibilidad como ventaja competitiva
En sectores como el financiero, la transformación ASG ha pasado de ser voluntaria a convertirse en una exigencia. La demanda viene de todas partes: consumidores que exigen transparencia, inversores que buscan negocios resilientes, reguladores que elevan el estándar, y empleados que eligen trabajar donde sus valores se vean reflejados.
La Generación Z, con sus más de 250 millones de integrantes solo en el mundo rico, ya es mayoría en la fuerza laboral estadounidense. Esta generación define patrones de consumo y condiciones laborales con un fuerte componente ético y medioambiental. Lo que para las generaciones anteriores podría ser un accesorio reputacional, para ellos es un criterio decisivo.
En resumen, estamos en un momento clave donde se empieza a ver que la sostenibilidad sí aporta valor al negocio y que los criterios ASG no son una lista de requisitos técnicos: son un nuevo marco de gestión que exige coherencia, visión de largo plazo y voluntad de transformación, partiendo de las máximas autoridades de la empresa.
En este sentido, el sector privado, ya está dando pasos más concretos en los aspectos ambientales “A”. Mientras el planeta se siga calentando, queda más clara la ruta para aportar en este riesgo.
Sin embargo, en los aspectos sociales “S” todavía hay camino que recorrer, en especial en los canales de escucha y engagement con los grupos de interés. Es por aquí donde empiezan a surgir los riesgos reputacionales sobre la licencia social para operar de las compañías, ante el creciente gap que hay entre las expectativas de estas audiencias y lo que son y hacen las empresas. Debemos entender que esta dimensión de la sostenibilidad también está vinculada con otros grandes temas donde el sector privado puede aportar de manera decisiva, como la transición energética, la digitalización o la inclusión financiera. Hay que reconocer los retos, sí, pero también las oportunidades que ofrece este nuevo paradigma.
Por otro lado, sin reglas del juego, sin la ‘G’, no hay compromiso ni coherencia porque sin una gobernanza sólida, los esfuerzos pueden diluirse. Es necesario integrar la sostenibilidad en el plan estratégico de la compañía, con sus indicadores de evaluación, más allá de las simples declaraciones de intenciones, en el marco de un compromiso ambicioso y de largo plazo.
La sostenibilidad para pasar de la resiliencia a la antifragilidad
La sostenibilidad no es un lujo, ni una moda pasajera. Es una brújula para navegar en tiempos complejos. Incorporar criterios ASG en la estrategia no solo mejora la reputación o reduce riesgos, sino que posiciona a la empresa para ser relevante en un mundo que exige cada vez más a líderes empresariales comprometidos con los retos sociales, económicos y ambientales.
Ya no se trata de datos de sostenibilidad, sino de datos del negocio. Gestionarlos con visión e inteligencia marcará la diferencia entre liderar o quedarse atrás. Entre seguir navegando en la resiliencia, de quien recibe el golpe y se recupera, o avanzar hacia la antifragilidad, de quien convierte el riesgo en oportunidad, el negativo en positivo y lograr crecer su negocio en un mundo cambiante.